Hoy hace un día bonito. Amaneció con un sol anaranjado y radiante que anunciaba que durante la mañana subirían las temperaturas y así fue como sucedió. Ahora al mediodía, hace un poniente intenso que calienta el suelo y eleva aromas cálidos de las plantas, hierbas y hojas del suelo.
La primavera ya está aquí y casi se diría que ya se ha convertido en verano.
Ahora, en estos momentos, recuerdo el frío del invierno y lo veo lejano y distante. Parece que nunca fue invierno e hizo mucho frío, y parece que nunca hubiera yo dormido debajo de un edredón de plumas para calentarme. En comparación con esos días, hoy la diferencia de temperatura es importante, y es muy agradable sentir este calor en todo el cuerpo. El calor me pone contento.
Me pregunto cuánto tiempo me seguirá gustando que haga este calor, porque también ahora me acuerdo de cuando, a finales del verano pasado, ya estaba cansado de tantos días de calor y bochorno y deseaba que llegara cuanto antes de nuevo el frío, y el momento de dormir en mi cama bajo el peso del edredón de plumas.
Menos mal que la Naturaleza es sabia y nos regaló el principio del contraste.
Este principio nos muestra que todo es un ciclo que se renueva permanentemente, y que este ciclo tiene partes puestas en contraste que precisamente hacen que se produzcan una renovación, y así se aprecie y valore mucho más cada una de ellas.
Por todos lados podemos encontrar los contrastes. Y si no fuera así no podríamos valorar tanto lo que tenemos en cada momento. Tenemos el frío y el calor, el día y la noche, arriba y abajo, tenemos muchos contrastes diferentes que nos dan variedad. Imagina por un momento que hubiera pasado si tu mismo decides crear este mundo y como te gusta mucho el verano y el calor, hubieras creado un planeta en el que siempre fuera verano y siempre hiciera calor… Calor permanente…
Creo que hubiéramos terminado cansados de tanto insistir con el calor.
Por eso la naturaleza sabiamente creó estos ciclos que van cambiando. Unos más largos y otros más cortos.
Una estación del año da para mucho, es un ciclo largo. Durante este tiempo tenemos muchos meses para ir ver apareciendo muy, muy lentamente el calor o el frío. Por el contrario, un día y una noche se suceden en movimientos más rápidos, es un ciclo más corto para apreciarlos.
La vida de un ser vivo pasa relativamente rápida. La de una mosca te aseguro que es muy corta, pero supongo que ella la percibirá como una inmensidad.
Cuando mejor medito es cuando vengo de hacer ejercicio. Por contraste, la satisfacción es mayor. La alegría la aprecio con mayor intensidad después de haberlo pasado mal…
El principio del contraste y los ciclos son necesarios para tener variedad y disfrutar y apreciar todas las cosas que nos suceden y que vivimos.
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